GUÍA DE APRENDIZAJE UNO - TERCER PERÍODO GRADO NOVENO
Hola chicos... en la siguiente guía vamos a retomar el concepto de niveles de lectura que veníamos trabajando antes del receso. Por tal motivo, vamos a empezar con el siguiente ejercicio en el cual encontraremos, como es usual, una parte de lectura, su propuesta audiovisual y las preguntas que orientarán nuestro trabajo. Sin más rodeos, manos a la obra...
En el video anterior, encontramos la adaptación del cuento de Gabriel García Márquez titulado "Un Día de Estos", con el cual retomaremos nuestro trabajo académico. En ese orden de ideas, vamos a empezar con lo siguiente:
OBJETIVO: Aplicar el concepto de niveles de lectura en un ejercicio práctico que contiene la estética literaria como base principal de la estructura de análisis y producción.
1. Observa el video con atención
2. Realiza la lectura, siguiendo los parámetros que se establecen para el desarrollo de las preguntas:
En el video anterior, encontramos la adaptación del cuento de Gabriel García Márquez titulado "Un Día de Estos", con el cual retomaremos nuestro trabajo académico. En ese orden de ideas, vamos a empezar con lo siguiente:
OBJETIVO: Aplicar el concepto de niveles de lectura en un ejercicio práctico que contiene la estética literaria como base principal de la estructura de análisis y producción.
1. Observa el video con atención
2. Realiza la lectura, siguiendo los parámetros que se establecen para el desarrollo de las preguntas:
Lee el
siguiente cuento de Gabriel García Márquez y a medida que lo hagas, para en las
letras señaladas a lo largo del cuento y responde a la pregunta pertinente:
Un día de
estos (A)
Gabriel García Márquez
El lunes amaneció
tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador,
abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada
aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que
ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas,
sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con
cargadores elásticos. Era rígido, enjuto (B),
con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de
los sordos.
Cuando tuvo las cosas
dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a
pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba
con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella.
Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y
vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa
vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a
llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción.
-Papá.
-Qué.
-Dice el alcalde que si le sacas una muela.
-Dile que no estoy aquí.
Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y
lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar
su hijo.
-Dice que sí estás porque te está oyendo.
El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa
con los trabajos terminados, dijo:
-Mejor.
Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las
cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro.
-Papá.
-Qué.
Aún no había cambiado de expresión.
-Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro.
Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de
pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta
inferior de la mesa. Allí estaba el revólver. (C)
-Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo.
Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada
en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado
la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de
cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de
desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente:
-Siéntese. (D)
-Buenos días -dijo el alcalde.
-Buenos -dijo el dentista.
Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el
cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un
gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera
con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta
la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde
afirmó los talones y abrió la boca.
Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar
la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos.
-Tiene que ser sin anestesia -dijo.
-¿Por qué?
-Porque tiene un absceso.
El alcalde lo miró en los ojos.
-Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió.
Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó
del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la
escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil.
Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista. (E)
Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela
con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla,
descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones,
pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más
bien con una amarga ternura, dijo:
-Aquí nos paga veinte muertos, teniente.
El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se
llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela.
Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor,
que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre
la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas
el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio.
-Séquese las lágrimas -dijo. (F)
El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las
manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de
araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese
-dijo- y haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió
con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las
piernas, sin abotonarse la guerrera.
-Me pasa la cuenta -dijo.
-¿A usted o al municipio?
El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red
metálica.
-Es la misma vaina.
PREGUNTAS
A. Al leer el título del cuento, ¿De qué crees que va
a tratar la narración?
B. Determina un posible sinónimo para la expresión
“enjuto” que sea pertinente al contexto de la narración.
C. De acuerdo con el texto ¿Para qué tipo de situación
crees tú se estaba preparando Don Aurelio? Explica.
D. ¿Cómo interpretarías la acción de Don Aurelio al
cerrar la gaveta? Sustenta tu respuesta basado en la narración.
E. Con tus propias palabras realiza una síntesis de lo
ocurrido hasta este punto en el relato.
F. ¿Cómo crees que va a reaccionar el alcalde luego de
lo ocurrido con su cordal? Sustenta tu explicación.
APLICACIÓN DE LOS
NIVELES DE LECTURA, DESDE LO LITERAL, INFERENCIAL Y CRÍTICO
A. ¿Cuál consideras tú
es la trama central del texto?
B. ¿Cómo describirías
con tus palabras a don Aurelio y al Alcalde?
C. ¿En qué lugar
ocurren los hechos? Ejemplifica utilizando el texto.
D. ¿Cómo
interpretarías la relación entre el Alcalde y don Aurelio teniendo en cuenta
todo el contexto de la situación? Argumenta.
E. ¿En qué momentos del
cuento podríamos manifestar se encuentra la mayor tensión y por qué? Recuerda
sustentar bien tus ideas con citas del cuento.
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